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Conseguir un cuerpo perfecto con una alimentación sana no es una tarea tan difícil como a priori puede parecernos. No obstante, la constancia y la regularidad son dos factores que pueden determinar tu éxito o fracaso a la hora de mantener tu figura.

Contar con un horario regular en tus comidas es el primer paso para una alimentación sana. Cuando repartimos la ingesta de alimentos en 3 o 4 veces al día (un desayuno, almuerzo, comida, y cena) y de forma regular, nuestro cerebro será capaz de anticiparse a ello promoviendo la secreción de enzimas digestivas que te facilitarán enormemente, tanto la digestión como la absorción de los nutrientes.

Intenta no atrasar demasiado la hora de la cena. Aquellos individuos que realizan la última comida del día muy tarde, tienen más tendencia a engordar y a no poder disfrutar de un sueño profundo. También debes tener en cuenta la naturaleza de los alimentos, ya que esto es esencial para una alimentación sana.

Durante la noche, nuestro cuerpo ha agotado las reservas de energía al utilizarlas para reponer nuestro sistema inmunitario, rutas metabólicas de síntesis etc. Por ello, lo más conveniente es contar en el desayuno con hidratos de carbono o azúcares(compuestos de "energía rápida" ya que se absorben y se utilizan con rapidez). Podemos encontrarlos en el pan, cereales, bizcochos, galletas, dulces... Es ideal acompañar tu desayuno además de con un producto lácteo, con una pequeña pieza de fruta que te aporte vitaminas y coenzimas, para tu metabolismo.

Durante el día, gran parte de nuestras proteínas son utilizadas para la síntesis de neurotransmisores y en el ejercicio físico. Así, en tu comida no deberán faltar alimentos ricos en proteínas como la carne (y derivados de ella) y el pescado, con una pequeña dosis de hidratos de carbono, frutas y verduras.

Cuando se acerca la noche, debemos cargar las pilas con alimentos ricos en energía que nos permitan mantener nuestro cuerpo durante las horas de sueño. Alimentos de naturaleza lipídica (no grasas) al ser de "energía lenta" son más recomendados. Intenta rebajar la ingesta de azúcares, pues durante la noche se produce la llamada "resistencia a la insulina" que impide que nuestro cuerpo los pueda asimilar, de forma que un exceso de ellos puede a la larga, dar lugar a diabetes.