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Cada día sometemos a nuestros pies a una dura jornada de trabajo. Usamos zapatos que no siempre son los más adecuados, a veces pasamos largas horas de pie o andando, y todo nuestro peso recae en una parte muy reducida de nuestro cuerpo.

Los pies tienen que estar siempre bien cuidados y lo mejor tratados posible para poder soportar sin dolores ni otros problemas la carga a la que están sometidos siempre. Unos cuidados básicos y muy sencillos pueden evitarnos muchas molestias, además de mejorar enormemente el aspecto de nuestros pies.

Lo primero y determinante es la elección de nuestro calzado, sobre todo el de uso diario. Tiene que adaptarse a la perfección a nuestro pie sin apretar demasiado, pero sin que sobre. El pie ha de encontrarse firmemente sujeto sin estar aprisionado. Además es aconsejable que el zapato no sea completamente plano: un alza de uno o dos centímetros en el talón será suficiente para cuidar nuestros pies y la postura de nuestra columna vertebral al permanecer en pie o caminar.

Sería conveniente añadir un nuevo paso en nuestra rutina de cuidados. Al salir de la ducha, o antes de acostarnos, es bueno que apliquemos una crema hidratante en los pies, preferentemente que contenga ácido salicílico, que suavizará la piel y eliminará las durezas que se puedan formar.

De vez en cuando es aconsejable una pedicura sencilla que podemos realizar nosotros mismos en casa. Dejar los pies en reposo dentro de agua caliente y sal unos minutos, nos facilitará la tarea de eliminar las durezas con una piedra pómez. Tras este procedimiento aplicamos nuestra crema hidratante y listo.

En caso de que aparezcan problemas más graves no hay que dudar en ir rápidamente al médico o podólogo. Nuestros pies son nuestro medio de transporte para toda la vida, y es importante no olvidarlos. Además, a nadie le agrada ver unos pies descuidados.